Era una cálida tarde de verano cuando mis pasos me llevaron a descansar bajo aquel viejo árbol.
Cerré los ojos y soñé que era el mismo lugar donde por primera vez unimos nuestras manos.
Canícula plena e intensa... Sol que abre corazones... Recuerdos de hermosos caminos dorados...
Y apareciste entre mis pulsos, con aquel ligero vestido blanco.
Y te sentí de nuevo...
Y noté aquellas suaves caricias...
Y mi corazón saltó al recordar nuestro abrazo.
Un inesperado viento del sur me despertó cuando aún mi alma sonreía, cuando todavía imagina que éramos aquellos enamorados.
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